Este año hay mucha hierba.




Para que los que todo el año nos dedicamos a la extinción y prevención de incendios, es habitual que conocidos, amigos o la gente con la que coincides nos haga, a principio de la campaña de alto riesgo de incendios, una estimación sobre lo que, a su parecer, nos va a deparar el verano. Suelen ser conversaciones amables, como el que habla del tiempo o del partido de fútbol, que ayudan a romper el hielo. Lo cierto es que no es frecuente que nadie haga una evaluación optimista de la campaña. Casi nadie, por no decir nadie, jamás se aventura a pronosticar un año bueno, independientemente de los datos que tengamos del año meteorológico en curso. Es habitual escuchar cosas como “con la sequía que hay, ya verás tu los incendios forestales”, o por el contrario, la frase estrella de este año, como también lo fue en 2010 y en 2011, y que hemos oído hasta la saciedad en el trabajo, en el bar, en la piscina y en numerosos medios de comunicación”: “Este año, con todo lo que ha llovido, va a haber mucha hierba y va a ser un año malo de incendios”

La UME actuando en el incendio de Almorox 2013 (Toledo) sobre vegetación herbácea seca. Fuente:

Que los incendios forestales son un fenómeno que, hablando llanamente, cada vez va a peor, es un hecho del que hablaremos en otro post, pero todavía podemos hablar de campañas “buenas” (poca superficie afectada) como la de 2010 y campañas “malas” (mucha superficie afectada) como la de 2012. Si las predicciones de la opinión pública son siempre agoreras ¿qué es lo que hace que una campaña sea buena o mala?¿Es sólo una cuestión de suerte? Es evidente que el azar juega un papel muy importante, no sólo en los incendios, sino en cualquier emergencia, pero vamos a intentar desmontar el mito de “mucha hierba, año malo de incendios”.

Incendio de origen agrícola donde se quema la vegetación fina y seca y se para al llegar a la verde.

Primavera lluviosa.


Si analizamos los datos provinciales de precipitación en la primavera meteorológica, que comprende los meses de marzo, abril y mayo, podremos determinar si hemos tenido una estación seca o lluviosa. La precipitación media primaveral para la estación meteorológica de la ciudad de Cuenca es de 148 mm ¿Influye en el comportamiento de los fuegos veraniegos que estemos muy por encima o muy por debajo de la media? La lógica invita a pensar que sí, pero veamos que nos indican los datos.

Comparemos los datos de precipitación primaveral con la superficie quemada en la provincia durante la campaña de peligro alto por incendio forestal (meses de junio, julio, agosto y septiembre) desde los años noventa hasta ahora. Si representamos gráficamente estos datos, obtenemos la siguiente nube de puntos:




A la vista del gráfico podemos afirmar que hemos tenido años poco lluviosos con poca superficie afectada, luego, a pesar de tener una primavera poco lluviosa, nunca podremos afirmar rotundamente que la campaña será catastrófica, es evidente que hay otros factores en juego. Pero hay dos conclusiones importantes que podemos extraer:

  1. Los años más catastróficos en cuanto a superficie forestal quemada, siempre se han producido con una precipitación primaveral inferior a la media (148 mm).

  1. Conforme se va superando esa precipitación primaveral media, existe una tendencia clara a ir disminuyendo la superficie forestal afectada. Para valores cercanos a 200 mm primaverales, nunca se alcanzaron superficies quemadas relevantes. Es patente que el estado hídrico de la vegetación viva condiciona enormemente el desarrollo de los incendios. Por tanto, podemos desmentir la creencia popular de que si llueve mucho, tendremos una campaña “mala” y podemos empezar a afirmar que las primaveras lluviosas auguran una campaña menos severa.

Años atípicos.


Los datos nos muestran que no podemos hablar de verdades absolutas, sino de tendencias y, en el caso de primaveras secas, ni siquiera de eso, porque hay demasiada variabilidad. Destacan especialmente los datos del año 1994, el peor año en la provincia (y en todo el país) donde casi se alcanzaron las 20.000 ha afectadas, debido al complejo de incendios de Víllora-San Martín de Boniches que superó las 18.000 ha y se convirtió en el mayor incendio en la región hasta la fecha. Aquel año fatídico, llovió muy poco en primavera (84 mm) y además, se acumulaba una sequía de varios años. Por contra, en el año 1995 tuvimos el record de primavera seca (50,5 mm) y apenas hubo incendios forestales. La clave fueron sin duda los grandes aguaceros que cayeron durante el mes de junio y agosto, algo parecido volvió a ocurrir en 1997 con 78,9 mm de precipitación.

Si nos fijamos en 2003, a pesar de tener una primavera con lluvias algo superiores a la media (163,3 mm), la superficie forestal fue significativa (3648 ha), una vez más condicionada por un solo gran incendio forestal, cuando los calores veraniegos ya habían disipado los efectos de dichas lluvias y el estado hídrico de la vegetación estaba resentido.

¿Y qué podemos esperar del 2013? Habiendo pasado el ecuador de la campaña no es difícil aventurar que si este año hemos tenido 284 mm en primavera, el mayor registro de toda la serie, la superficie forestal afectada será poca o muy poca. Sin olvidarnos que puede pasar como en 2011, cuando a final de campaña tuvimos los incendios más virulentos. Pero lo importante es el balance final, no los hechos aislados y con más de la mitad de la campaña transcurrida con muy pocos incendios, podemos concluir que 2013 será bueno.

La BRIF refesca una zona en el incendio de Tortuero 2013 (Guadalajara) donde el fuego ha propagado por el combustible fino y seco sin que hayan participado en la combustión ni el matorral ni el arbolado, ligeramente socarrado (combustible vivo no disponible). Fuente:

La influencia de la hierba.


Por supuesto que la abundancia de combustible fino y seco influye en el comportamiento de los incendios forestales, y los incendios de Almorox (Toledo) y Tortuero (Guadalajara) que hemos tenido este año así lo han demostrado. Pero conviene recordar que esa vegetación herbácea que se seca rápidamente crece en zonas abiertas y expuestas, no siendo relevante en zonas densas de matorral o arbolado. Y, a pesar de que los medios de comunicación nos alarmen en exceso, no olvidemos que el año pasado se quemaron en Hellín (Albecete) 8.000 ha en unas pocas horas frente a las menos de 1.000 ha forestales de sendos fuegos de Almorox y Tortuero en esta campaña. Todo esto, debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de hacer un balance al final de la campaña antes de sacar conclusiones precipitadas.

El incendio de Campo Real (Madrid) propagándose a través del combustible fino y seco. La propagación de la cola no afectaba a muchas de las matas de encinas intercaladas. Fuente:


Camión ardiendo en la Serranía Alta de Cuenca a finales de julio de 2013. El intenso fuego apenas se propagó por la cuneta, sin llegar a afectar al pinar a pesar de la cercanía. 




Comentarios

  1. Muy buen análisis, de hecho si nos quedamos con los años donde se queman superficies significativas parece que la tendencia es de una curva de máximo ¿no? que podría oscilar entre los 100-150 mm, esto es, primaveras donde llueva lo suficiente como para acumular combustible pero no tanto como para que las condiciones del combustible fino vivo sean de humedades altas en verano, al menos a principios de campaña. Gran post, enhorabuena, me ha gustado mucho.

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    1. Muchas gracias Javier, es todo un honor que te haya gustado. Efectivamente, hay una tercera conclusión que no nos hemos atrevido a comentar porque no teníamos claro si podrían influir otros factores. Pero parece que hay un óptimo, al menos en esta provincia, entre 100 y 150 mm bajo el cual las superficies afectadas tienen una alta probabilidad de ser grandes y la conclusión es la que tu apuntas: estas lluvias acumulan combustible, pero no son suficientes para mantener un estado hídrico de la vegetación aceptable. Si a esto le sumamos un verano seco, el resultado es un alto riesgo de incendios y superficies afectadas altas. Seguiremos recopilando datos sobre este asunto.

      De nuevo gracias por tu aporte.

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